miércoles, agosto 18

soy un escritor ya que escribo


A veces, luego que nos hemos despertado en la mañana de un día cualquiera (especialmente en aquellos en los que no tenemos nada importante que hacer), nos volvemos a acomodar para echar "una pestañita" antes de tener que, inevitablemente, levantarnos del dulce sobre.

Eso me pasó hoy por la mañana. Pero en esos cortos minutos de prolongación del amodorramiento, tuve un sueño muy raro y revelador. Mientras me vestía pensaba: "ojalá tenga tiempo y ganas más tarde para poder escribir esto". Y pues acá estoy.

Todo empezó ayer noche, cuando me quedé enganchado de una película argentina cuyo título estoy a punto de saber.... Lugares Comunes (2002). El actor principal se llama Federico Luppi y su personaje era muy interesante. Ahí pongo el videito para que saquen sus propias conclusiones.

En fin, al sueño. Soñé que yo me encontraba en una ciudad extraña, muy extraña (casas achatadas y lóbregas, calles estrechas y tortuosas, cielo rojizo y oscurecido, y aire enrarecido aunque limpio). Las personas eran como su ciudad: extrañas y misteriosas (tantos rostros alargados como redondos, tantos ojos muy azules como muy negros, tantos cuerpos bien constituidos como encorvados, y voces guturales todas).

Yo andaba por las calles asustado y confundido. No entendía qué es lo que hacia en un lugar como aquel. Creía que había llegado a un lugar bárbaro, con gentes malvadas y demoníacas. Esperaba lo peor: torturas, humillaciones, flagelos...

En el camino encontré a una "persona normal". Abriendo los brazos se acerca hacia mi y me da un gran beso. Jubiloso me mira sonriendo y me dice: "Qué bueno que hayas elegido vivir y no sobrevivir". Asombrado le pregunto a qué se refiere. Me responde - ¡Míralos, no los veas!

Observarlos por solo un momento me hizo dar cuenta el gran respeto que sentían los unos por los otros. Aquello se notaba en las palabras, cortesías, cuidados y miradas mutuas.

A renglón seguido mi eventual guía me contó que en aquel mundo no habían maldades, ni guerras, ni ambiciones, ni cualquier sentimiento de ira o venganza entre ellos porque su sociedad estaba basada en el simple y humilde respeto mutuo.

No estoy seguro si desperté antes o después de aquella revelación. O será que yo induje la moraleja. Lo que si es seguro que tenga o no moraleja el sueño, lo voy a recordar por mucho tiempo. Siento no ser un dibujante para poder representar lo visto que aun está vivo en mi memoria y por supuesto que la descripción realizada es muy pobre.

Tampoco sé si escribí todo esto con el afán de llenar el cuerpo de el título que lo tenía decidido de antemano. Y es que repito: la peli me ha gustado mucho.

Ya son las 18.15. Me han entrado ganas de una Bembos parrillera mediana con papas y Coca Cola helada. Ahi se ven!!!!

No hay comentarios.: