sábado, febrero 2

elucubraciones tusígenas

Hace poco más de una semana estoy con tos. Una tos que se hace insufrible especialmente en un verano limeño tan agobiante como el que tenemos este 2008. No alivia en nada que todas las tandas publicitarias de la tele muestren gente en la playa refrescándose del calor con las inigualables chelas heladas ni que lleguen al correo invitaciones a fiestas Luau que exigen que los participantes gozen de excelentes condiciones físicas para disfrutar la juerga en todo su apogeo.

Cuando empezaron los síntomas (leves picazones en la garganta y tímidas tosecillas) decidí cortar por lo sano y corrí a la farmacia a adquirir, como siempre lo hacía en estos casos, un blíster de Amoxicilina y una de Apronax(y es que aún creo en el Chemo). Pero al pasar de los días, acabados los medicamentos mencionados y adquiridos otros tantos; la tos persistía y es más, se ponía más rebelde.

Lo que antes me hacía bien, ahora no hace efecto alguno en mi. Como encuentro ocurrente buscarle la sinrazon a las cosas me pondre a elucubrar (elaborar una divagación complicada y con apariencia de profundidad*) algo al respecto de esta condición médica.

A algunas personas les afecta mucho los cambios, mientras que para otras sólo son circunstancias normales y convenientes. Creo que yo pertenezco al segundo grupo.

Cuando me vine a estudiar de Conce a Lima, tenía la firme convicción de volver en cuanto aprobara el último examen. Tenía la intención de continuar con la vida que llevaba. Me gustaba. Se la pasaba uno muy bien estando cerca a la gente querida y pensaba que no necesitaba más que ello. Pero, las cosas cambiaron, las personas queridas fueron disminuyendo (¿Culpa mia?, ¿Culpa suya? No. Mejor culpemos a la mafia fujimontesinista que eso esta de moda), se me presentaron otras oportunidades de trabajo, conocí gente buena, gente no tan buena, y en fin tantas cosas que hicieran que ya esté apunto de cumplir 4 años en Lima.

Pero volviendo al tema: este cambio, si bien es cierto que me intimidó en sus primeros momentos, a la larga se me hizo soportable y hasta agradable. Ahora me siento completamente aclimatado, por decir algo, en ésta ciudad tan fea como omnipresente en todo peruano.

Entonces, no me desespero cuando no me hace bien la Amoxicilina. Simplemente la cambio por una Eritromicina y ya está. No siento melancolía por la Amoxicilina, pero sé que sin ella no hubiera podido estar acá, por eso siempre tendre un cariño especial por ella. Estoy seguro que dentro de algun tiempo la Eritromicina no me hará efecto para la tos y tendré que buscar algo más. ¿Qué será? No lo sé, cuando la necesite la buscaré, por ahora: estoy bien.

*Definicion de elucubrar (RAE XXII Edición)

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